sábado, 26 de septiembre de 2015

El Pasotismo en nuestros días


   El pasotismo entendido como una actitud de desinterés por solucionar las cosas y dejar pasar el tiempo, es un mal de nuestros días. A veces tenemos muchas obligaciones y responsabilidades que cumplir para una fecha determinada y sucede que en ese comportamiento “pasota” nos dejamos llevar por distracciones que nos desvían de nuestra tarea principal y dejamos que el tiempo avance pensando que mañana lo resolveremos, pero llegado ese día, llenamos nuestra agenda con otras actividades y dejamos la tarea principal al último. 

   Las consecuencias de este comportamiento es como una bola de nieve que va creciendo sin parar, buscando pasar el problema a otros para que lo resuelvan y optando de esta manera la evasión de nuestras labores, quedando al final con la imagen de una persona irresponsable y hasta inmadura. Tal vez pueda existir muchas causas como: el no saber cómo resolverlo, el miedo a la burla, la indiferencia, sentirse incapaz, la acedia, las decepciones en la vida, miedo al compromiso entre otros.

   Es como que vamos dando vuelta en nosotros mismos mientras el tiempo sigue avanzando, olvidando nuestras responsabilidades y hasta olvidando un aspecto muy importante, nuestra relación con Dios, sin importarnos cómo podemos mejorar nuestra actitud frente a los problemas, cómo podemos organizar nuestra agenda con prioridades de importancia y urgencia, cómo ser mejores mejores personas entre otros; como un llamado a interiorizar lo que dice el Salmo 18: "Los mandatos del Señor, alegran el corazón"

   Siguiendo una actitud “pasotista”, el tiempo presente va quedando sin valor para nosotros, perdiendo la oportunidad de tener una vida a plenitud. Y ¿cómo podemos revertir esa actitud?, la respuesta la encontramos en que cada acto que realicemos debemos darle un sentido especial preguntándonos ¿Para qué lo hago?, en ese cuestionamiento interior surge una especie de sentido de ofrenda al Creador por las obras realizadas durante el día, donde DIOS nos regala una felicidad que nace del corazón, que va santificando nuestro tiempo presente.