sábado, 20 de mayo de 2017

La Cruz del desempleo


   El desempleo es un gran flagelo que muchas personas, sean jóvenes o mayores, están sufriendo en estos tiempos de incertidumbre económica, hasta personas que están preparadas académicamente con maestrías y doctorados tienen pocas posibilidades de encontrar un buen trabajo a la altura de sus capacidades.

   Entramos en un dilema donde jóvenes con poca experiencia y adultos con mucha experiencia se convierten en dos extremos del desempleo entre los que están poco calificados por la falta de experiencia y los que están sobre calificados pero son muy “mayores” para el empleo que postulan; y también otros tienen trabajos rotativos ganando sueldos menores al que corresponde a su profesión.

   Esto va generando un desencanto general, al no tener ingresos permanentes hace que muchos agobiados por las deudas retornen a la casa de sus padres que también están desempleados o con pensiones ínfimas. Esta cruz del desempleo que muchos llevamos nos hace cuestionar el sentido de ello, preguntándonos si existe alguien generoso que nos pueda extender la mano con un empleo digno.

   Tal vez ese alguien que buscamos con esperanza sea el mismo Dios, como en la parábola de Mateo 20, donde un propietario bueno salga a nuestro encuentro para ofrecernos un empleo y convenga con nosotros un salario digno, que nos lleva a trabajar a su viña y veamos durante el día que él siga contratando obreros que están parados mucho tiempo, ¡qué grandeza de este propietario!

   Pero nuestra percepción cambia cuando al final del día vemos que el propietario pagó a todos igual, un denario para los que entraron a trabajar al último como los que ingresaron al inicio de la jornada, donde la generosidad que veíamos se convierte en “injusticia”, si antes estábamos desempleados y ahora que estamos con empleo nos quejamos del propietario.

   En ese sentido, surge una respuesta inmediata del propietario según la parábola: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario?" y añadiría un cuestionamiento que a mi parecer serían palabras del mismo Dios: "¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?", para desconcierto nuestro nos damos cuenta de su magnificencia.

   Finalmente, la cruz del desempleo tiene un sentido y es que aprovechemos este tiempo en confiar en la voluntad de Dios, pidiéndole entrar en la viña que Él nos asigne, en el momento que Él lo indique, pero con una actitud de estar disponibles a su llamado, para que cuando consigamos el anhelado empleo le pidamos su bendición, perseverando con buen desempeño hasta el final, sin importar cuánto pagan a los demás, para solo ver su inmensa generosidad e infinita misericordia.

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