jueves, 20 de noviembre de 2014

Mi Madre, la alegría de mi Corazón


   Cuando pienso en mi Madre, es recordar historias tiernas de mi infancia, como aquel primer recuerdo cuando me cargaba en sus brazos y observaba su mirada tierna con su cabello largo color azabache y dormía muy tranquilo en un sueño apacible y profundo. Ese recuerdo me llevó tiempo después a comprender la sensación del niñito Jesús en los brazos de la Virgen María, entendiendo de esta manera, el cuidado maternal que nuestra Madre del cielo también tiene por nosotros.

   Las lecciones de mi Madre eran muy variadas, el cual aprendí de ella hacer la limpieza de la casa que por cierto no me gustaba hacerlo, como barrer o encerar el piso, pero siempre me hacía ver la importancia de dar mantenimiento a la misma y cuando algunas visitas llegaban a nuestro hogar siempre apreciaban la limpieza de nuestra casa; también me enseñó que la oración a Dios es hacer también limpieza espiritual de todas las faltas que uno comete y estar siempre limpio ante Él.

   Una de las virtudes de mi Madre es su capacidad para economizar, sin afectar la economía de la casa, como las compras en el mercado para la alimentación del hogar, su meritoria sabiduría de optimizar los gastos sin perjudicar la calidad de vida de nuestra familia. Esto significó un gran apoyo a mi Padre que era un estrés en los tiempos de alta inflación donde los sueldos se convertían en pequeños salarios el cual no alcanzaba para las compras, pero mi Madre lo hacía de tal manera que nunca percibimos la escasez en nuestro hogar.

   Otra virtud de mi Madre cuando era adolescente fue cuando me daba sus sabios consejos, como el estar siempre despierto y atento en las cosas que uno hace, como también el no dejarse engañar, porque la vida hay tiempos que no son fáciles y nos preparó junto a mis hermanos el ser hábiles en cualquier momento para sobrevivir; tantos consejos que nos dio mi Madre que faltaría tiempo para poder escribirlos; pero su gran legado ha sido darnos una profesión, preparándonos siempre y ser útiles en el servicio a los demás.

   Ella nunca deja ser Mamá, que cuando uno ya es adulto y se piensa que su labor de Madre ya terminó, uno se equivoca completamente, porque ella siempre está pendiente de lo que sucede con sus hijos, y cuando habla de sus hijos tiene un tono de voz tan distinto y especial, que cuando la escucho me conmueve el alma, y en mi corazón late esa alegría que se convierte en una oración constante a Dios, dándole las eternas gracias por darme una Madre como la mía.

Elaborado el viernes, 4 de abril de 2014

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