sábado, 19 de noviembre de 2016

El rostro de Cristo



El rostro de Cristo es un rostro hermoso, cuya mirada y lágrimas en sus mejillas de dolor, nos conmueve el alma, el reflejo de nuestros pecados lo vemos en la corona de espinas que le causan heridas en su frente haciéndole sangrar, invitándonos a buscar y encontrar nuestra conversión.

Sin embargo, confrontar directamente el rostro de Cristo es mirarse a uno mismo y ver cuán fríos, amargados y resentidos nos encontramos; un rostro compasivo que nos consuela y sana nuestras heridas internas, como un maestro que nos ayuda a encontrar nuestro propio camino de santidad.

Él nos cuestiona constantemente, preguntándonos: ¿Dónde están los dones divinos que te he dado?, ¿Qué hiciste por el más pequeño de mis hermanos?... son varias preguntas que nos hace Cristo como si buceara en el centro de nuestro ser, llamándonos a rezar que es simplemente pasar el tiempo con Él.

Mirar su santo rostro es mirar el amor de Dios, cuya omnipresencia amorosa es la de un Padre que nos protege en todo tiempo y lugar, como dice el Salmo (138, 1-3):

“Señor, tú me sondeas y me conoces,
sabes cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.”

A medida que envejecemos nos damos cuenta que nuestras debilidades aumentan, preocupándonos por nuestro futuro incierto, pero hay un rostro luminoso cuyos ojos son el esplendor de Dios que nos da paz e ilumina nuestro camino diario,  invitándonos a confiar en su misericordia divina para que mirándolo digamos: Jesucristo, tú eres el Camino, la Verdad y la Vida.

Mi Cristo Rey
Fotos de Cristo
Corazón Solitario

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