sábado, 10 de septiembre de 2016

Las malditas obsesiones


   Las obsesiones asaltan la mente predominando un deseo que no se puede realizar en la realidad, cayendo en un estado de ansiedad al no lograrlo; las características principales de la obsesión es que son temporales, van cambiando en el tiempo y su grado de incidencia depende de la cantidad de "características" que a uno le gusta de un deseo mayormente insano.

   La obsesión hace que uno se descuide de sí mismo teniendo una baja autoestima, además que va generando desviaciones en la conducta psíquica de la persona, llevando a un profundo egoísmo y excéntrico, haciéndonos más dependiente de la maldita obsesión, donde los pensamientos y fantasías giran entorno al deseo malsano.

   Una de las consecuencias espirituales que genera la obsesión es el alejamiento de Dios, cometiendo el error de pedirle que se realice la obsesión no conveniente, llevando al descuido: físico, emocional y espiritual; para que finalmente caigamos en el aislamiento social y por ende a una alta probabilidad de cometer suicidio.

   La recomendación es sanar tus obsesiones rezando a Dios, haciendo que tu verdadera obsesión sea Cristo Jesús, para no cerrarte a tu prójimo, pidiéndo asumir el camino propio, mirando con el corazón puro para sanar los nudos que se han generado en nuestra cabeza y orando como decía Santa Teresa de Ávila a la Soberana Majestad: ¿Qué mandáis hacer de mí?

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