miércoles, 17 de agosto de 2016

Tocando fondo


   En nuestra vida cotidiana tenemos altibajos, días buenos y días malos, pero qué pasa cuando te das cuenta que tu vida va de mal en peor, como si estuvieras entrando a una crisis recurrente y permanente, sintiendo que ya no puedes salir adelante y para empeorar las cosas cien atmósferas caen sobre tus hombros.

   Qué difícil situación cuando estamos en crisis de cualquier índole, que pueden ir desde las financieras hasta las existenciales, donde nuestra vida diaria se va tornando oscura y solitaria, carente de sentido como si estuviéramos cayendo en un abismo del cual pronto tocaremos fondo sin saber si nos levantaremos o quedaremos atrapados en él.

   Pero las crisis y los problemas son parte de la vida, a cada uno de nosotros se nos presenta en mayor o menor medida, como nos menciona Lucas (Cap. 15, versículos 11 – 32) en la parábola del hijo prodigo, siendo el hijo menor malgasta todo el dinero que reclamó como herencia y tiene que trabajar como alimentador de puercos para subsistir  a la miseria y darse cuenta de lo equivocado que estaba.

   En ese acto de reflexión interior es cuando vemos que detrás de esa cruz que cargamos hay un beneficio que nos ayuda a madurar, es el precio que debemos pagar por las cosas que hemos olvidado y son importantes en nuestra vida; solo así comenzamos a recordar que hay que escuchar la voz del Señor, apoyándonos en Jesús, el Dios que nos ama y ofrece su misericordia divina.

   Reconocer nuestros errores es el primer paso para cambiar, no volviendo a cometer en el futuro los mismos errores del pasado, más oración a Dios ayuda a enfrentarnos a las crisis que vivimos, saliendo adelante y levantándonos de aquel abismo, teniendo la capacidad de volver a empezar de nuevo diciendo a Jesús: “Señor yo quiero hacer esto por ti, quiero ser Santo por agradecimiento a ti”.

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