viernes, 1 de febrero de 2019

La melancolía


   Los deseos no cumplidos, los amores no correspondidos, los proyectos no realizados, la profesión de tantos años estudiada para finalmente cambiar radicalmente de carrera, son algunos ejemplos que puede llevarnos a una melancolía existencial.

   Esta melancolía que en el fondo es una tristeza que se hace permanente en nuestras almas, generando un desgano por vivir que ahoga toda ilusión de empezar nuevos proyectos de vida para que finalmente perdamos la razón de nuestra existencia.

   Por ello, debemos enfrentar la melancolía aprendiendo a vivir en la dificultad, arriesgarnos ante la vida, sabiendo preguntar y responder al prójimo con respeto y buen humor, porque de esa manera creamos los vínculos de una comunidad que da significado a la vida y transforma nuestro mundo rodeándolo de calor de hogar.

   Finalmente, ofrezcamos esa melancolía a Dios para que la transforme en alegría permanente, como dice Santa Teresa de Ávila: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza y quien a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta" por toda la eternidad.

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