sábado, 18 de abril de 2015

Reflexiones sobre la Perversión


   Una definición de la perversión podría ser la búsqueda de un placer egoísta a plenitud, para expresarlo de alguna manera, es como si antes te parecía mal realizar una cosa que te parecía inmoral, ahora te parece normal y hasta placentero.  Esto se debe que nuestra conciencia se va contaminando y poco a poco uno se va alejando de esa buena moral que al final corremos el riesgo de peligrar la salvación de nuestra alma.
 
   El camino a la perversión sucede cuando menos lo esperas; por ejemplo, cuando cometes un acto impuro porque los otros lo hacen o está de moda, inicialmente te da asco pero cuando lo vuelves a repetir varias veces, pierdes el sentido de una buena conciencia y empiezas a relativizar lo malo, diciéndote: es normal, es natural, todo el mundo lo hace; pero lamentablemente empieza a prevalecer en nuestro corazón un deseo de morbosidad, deseando fantasear con erotismos que mientras más se permite que ingresen a nuestra mente, más se vuelven perversos en nuestros pensamientos para luego materializarlos en actos impuros.
 
   Es así, que en el transcurso del tiempo, el corazón se va quedando vacío, sin profundidad de Dios, como si estuviéramos en un limbo sin límites, viajando en una nave espacial y quedando varada en ese espacio y tiempo infinito; volviéndose nuestro comportamiento errático, cometiendo los mismos errores del pasado, cometiendo los mismos pecados y tal vez nuevos pecados, es como una atracción hacia ese abismo profundo que sabemos no es conveniente para nuestra alma y caminamos siempre al filo de la navaja con el permanente riesgo de caer y no sobreponernos.
 
   Pero también en nuestro interior existe la necesidad de buscar una cura para estas perversiones que existe en la mente, algunos consejos de personas religiosas es que tenemos que vivir la caridad, es decir haciendo que nuestra vida sea un servicio en plenitud y que esta caridad esté unificada en Cristo Jesús. Esto nos lleva a pensar que todavía existe la esperanza en que seamos sanados, de recuperarnos, de librarnos de todas esas cosas malas que vienen a nuestra mente sin que uno las quiera, de ser libres de esos deseos insanos que corroen el alma; sólo Dios sabe cómo sanarnos por dentro y nos alienta a exclamar: ¡Jesús sáname por dentro!.
 
   En esa lucha interior entre el bien y el mal algo sucede en la mente, como en un conflicto militar, unos buscarán la paz, esa paz interior que les dará la tranquilidad y la convivencia pacífica, pero otros buscarán el poder y las riquezas haciendo daño a los demás. Es como si estuviéramos conviviendo con el enemigo dentro de uno mismo, es decir como si estuviéramos viviendo nuestro infierno por adelantado. Es importante tomar en cuenta lo que nos dice el Papa Francisco: “...debemos levantarnos y seguir nuestro camino, buscando a Jesús, no buscando una caricatura de Dios, sino buscar al mismo Dios, buscando a ese verdadero Dios que nos ayuda siempre a salir adelante”.
 
   Otra recomendación es rezar y hacer penitencia, es ideal para el alma, buscando siempre la protección de la Virgen María que ella es nuestra Madre y espera nuestras peticiones para llevarlas a Dios, ella nos ama tanto que quiere nuestra salvación. Su cuidado maternal nos conmueve a dar un grito desde el corazón: ¡Oh Madre! ¡Virgen María!, ayúdame que estoy en el abismo, rescátame, líbrame de las cadenas del pecado.

   Finalmente si somos sencillos y humildes de corazón, el señor Jesús se manifestará en nuestras vidas porque él ama al corazón puro y sencillo, el ama al humilde y servidor de Dios. Él lo ha demostrado en las personas sencillas que uno se pregunta ¿Cómo Dios a podido arreglar las vidas de los sencillos?, ¿de aquellos que nadie daba una moneda?. Por lo tanto debemos crecer en nuestras vidas de una manera íntegra y sencilla conforme a la voluntad de Dios, buscando siempre su misericordia y misericordiando a los demás, es decir siendo misericordiosos con nuestro prójimo.

Oración frente a las bajas pasiones

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