En el caso del capitán de la selección peruana de fútbol, todas las personas de buena voluntad nos sentimos muy identificadas con él, que a pesar de todo el esfuerzo que hizo por llegar al mundial y tratar de dar una alegría a todos los peruanos no logró concretar esa felicidad al quedar nuestra bicolor eliminada del mundial de fútbol.
Esto nos lleva a pensar y reflexionar el porqué de las derrotas, como si merecieramos tener victorias continuas frente a nuestros oponentes, clamando a Dios ante la derrota, como si fuese culpa de Él por no lograr lo que tanto deseamos en la vida y tal vez caigamos en la resignación de no seguir avanzando.
Qué hacer ante ello donde cuestionamos los fracasos obtenidos mientras otros avanzan y nos quedamos atrás, seguramente nuestro primer pensamiento es de injusticia hacia nuestro esfuerzo dado, pero qué equivocados estamos ya que todo esfuerzo es valorado y tal vez las personas que tienen éxito son las que han invertido más tiempo y práctica para lograrlo.
Finalmente, debemos desarrollar aquel valor de la humildad activa poniendo nuestras capacidades y dones al servicio del prójimo, sin esperar nada a cambio, soñando que somos águilas nacidas para volar muy alto y que el techo para crecer no existe porque Dios nos anima a que demos todo de nosotros mismos para que nuestro clamor final sea de alabanza y reverencia eterna a nuestro Creador.
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